sábado, 7 de mayo de 2011

Marca Perú Profundo: La cruz que cumple sueños

Uno:

Para llegar al Cerro El Alto hay que tener fe. Pisar con fuerza para no desbarrancarse y oler a cada rato el buen aroma de la muña. Seguir el camino de herradura y ver salir el sol muy cerca a la catarata que bota agua cristalina, que suena y anima el paisaje. Un paisaje que escoge a quienes deben mirarlo y no desmayar, pues solo falta la cuesta para llegar. Allá, a la cima, donde vive la Cruz de San Felipe, el madero de molle aparecido de repente. Al que le cortaron los pies y brotó sangre. Al que todos le piden un milagro y le cantan. Al que todos le entregan su sueño, mientras don Bonifacio preside la mesa y escoge las hojas de coca y el unto de la llama, mientras otros devotos sahuman al patrón y no permiten que se quede solo.

Dos

Varones y mujeres usan las piedras para construir pequeñas casas, con chacras y garajes, con árboles y establos, con una tienda al costado, con una biblioteca o un restaurante. Es su deseo el que grafican para pedirle a la cruz que lo haga realidad. Varones y mujeres brindan o challan con la construcción terminada y dicen que así es la costumbre, que ellos creen, que la cruz nunca les ha fallado. Para asegurarse reciben el unto o grasa de la llama para moldearlo como si fuese arcilla o plastilina. Para crear animales, viviendas o carros, personas con salud y familias unidas. Porque eso es lo que atesoran. Las figuras de grasa blanca serán colocadas en piedras planas y en su momento, deberán entregarse al encargado para que las coloque en la "cajia", un agujero que existe bajo la peaña de la cruz. Se supone que al año siguiente, el encargado, sacará las ofrendas y las quemará. Se supone que los sueños quemados ya han sido cumplidos.
(Apuntes del Cerro El Alto y la Cruz de San Felipe. Comunidad de Solajo. Carumas. Moquegua)

jueves, 14 de abril de 2011

La costumbre, los interiores que me gustan

Para la “costumbre”, corte en trozos pequeños las vísceras de cerdo previamente cocidas. Saque la papa de la olla y píquela en cuadritos. Enjuague la cebolla china, el perejil y la hierba buena para enseguida picarlos. Ponga abundante aceite en el perol y deje que caliente. Cuando chispee agregue los condimentos necesarios para un buen aderezo. Continúe la preparación y dore las vísceras cortadas. Será momento entonces de agregar la papa y las hierbas. Mezcle bien por unos cinco minutos. Pruebe la sal. Apague el fuego. La “costumbre” se sirve caliente. Así que no demore y coloque generosas porciones en cada uno de los platos. El arroz y las yucas fritas son guarniciones recomendadas.


La “costumbre” es el primer plato que se prepara cuando se mata un cerdo en la casa. Hay que asegurarse de que todos los que han colaborado en la jornada lo prueben y lo disfruten. Es ideal además invitar a los vecinos (casa por casa). Ellos sabrán, cuando vean la “costumbre”, que hay una fiesta al costado. Los saberes culinarios de la abuela Selva han sido como un manual para conocer la forma de ser de los lamutinos. Gente esquiva y amable, que ama el mote y lo convierte en purtumute mezclándolo con el frijol cocido. Gente que tiene características típicas, como las de la abuela Selva, alegres y fiesteros, devotos extremos de su padre, de aquel Nazareno de pelo largo llamado Señor de Gualamita.

Castigo de Amor

Los antiguos habitantes de Maucallacta, restos arqueológicos ubicados a 9 kilómetros de Pampacolca (Castilla – Arequipa) rendían culto al Coropuna, una montaña blanca y hermosa que según la leyenda es una princesa llamada “ccoripuma”. Ésta se enamoró de un príncipe del imperio incaico, quien abandonó el Cusco para quedarse con ella. El dios sol le ordenó volver y él desobedeció. Allí vino el castigo: la bella muchacha fue convertida en nevado y el joven escapó hacia Andagua (poblado de la misma provincia de Castilla) perseguido por lenguas de fuego. Como intentaba alejarlas de su cuerpo metía la cabeza en la tierra de tramo en tramo. Por eso el suelo de aquella zona está calcinado y los lugares donde el príncipe se ocultó se transformaron en volcanes.



(Lo escuchamos en medio de la semana santa de Pampacolca, cuando las actividades religiosas se detienen y hay tiempo para realizar algunas visitas y quedarse a los pies del Coropuna)

martes, 10 de agosto de 2010

El fogón humeante

Los sabores, sazones y aromas culinarios son un legado familiar y cultural. Siempre permanecerán en la memoria y el paladar, aunque estemos lejos. Recordarlos será añorar no solo el acto mismo de comer, sino todo el contexto: el fogón humeante, la fiesta en la cocina, la imagen de mamá revolviendo la yuca o colocando la masa en una fresca hoja de achira.


Porque la comida no solamente es ella en sí misma, sino es lo que significa dentro de una historia. De que manera se agregan los ingredientes, en que momento debe ir la sal o la muña, como se sirve, con qué se come, a qué hora del día, en qué época del año, con qué bebida se acompaña…. Tantos detalles que le agregan magia a la creación culinaria, que en muchos casos, se reinventa y en otros, se repite en el tiempo, pues se ha ido transmitiendo de generación en generación entre ollas y cucharas, coles, mashuas y yucas…

Evoco ahora mi “costumbre”, hecho de vísceras de cerdo, papa y hierba buena. Es el primer plato que se prepara cuando alguien mata un chancho y ofrecerlo a los vecinos es una manera de comunicar que en casa hay fiesta y alegría.

Evoco también la “ullada”, ese pedazo de carne que se junta a la col, a la papa y al durazno fresco para festejar el carnaval en Andamarca (Ayacucho), para decirnos que los primeros frutos de la tierra que se están degustando, son también un homenaje a ésta y su tan ansiada fertilidad.

¿Ven? La comida dice mucho más que su buen sabor. Tiene el poder de expresar un sentimiento y de acercarte al otro, aunque su cultura sea distinta.

lunes, 9 de agosto de 2010

Los cerros esperan

Freddy nació hablando con el apu. Su madre conocía los secretos de las hojas de coca y curaba, aferrándose a libros antiguos y a la bondad de los gentiles que están en las huacas o en esos muros de adobe allá en las alturas. Freddy es un Yachaj o sacerdote andino. Debe esperar que las velas pierdan un poco de cera para comenzar con la ofrenda. Es importante pedir permiso al Arpayuc antes de ingresar a sus dominios. Los viajeros dejan en la mesa aretes, chocolates y caramelos. Sabrán de nuestro cariño, dice el Yachaj. Mezcla el agua y la harina de maíz. Mastica abundante coca. Remueve el azúcar que endulzará a los dioses. Las velas avivan su fuego. “Apu bendito”, escuchamos. El sol quema más fuerte. El Yachaj se persigna.

Bajo las aguas


Dicen que si uno se acerca a las aguas, se acomoda despacio y el motor de la embarcación se apaga, podrá escuchar aquella fiesta ruidosa de los antiguos habitantes de Caballo Cocha. Ellos nunca se dieron cuenta que la ciudad fue castigada y quedó en el fondo del agua. Ellos siguieron danzando irreverentes y se convirtieron en leyenda, una leyenda que se cuenta en este lugar, donde ahora habitan yaguas, ticunas y mestizos. En este lugar ubicado en la provincia de Mariscal Castilla, en la región Loreto. En este lugar donde en la actualidad se celebra a la Virgen de la Merced y por ella, cada barrio, institución o pueblo joven prepara una velada, donde el baile es casi una oración.